En un interesante libro de Michel de Certeau (1979) “La invención de lo cotidiano” argumenta en cuanto al uso y el consumo, nos llama a reconsiderar el papel asignado al consumidor común sin caer en la reiterada concepción de la cultura popular con todos sus déficit y pasividades. Las ciencias sociales, afirma De Certeau, han hecho de las representaciones y los comportamientos de una sociedad su objeto de estudio dejando de lado la identificación del uso que se hace de estos objetos. En los intersticios entre la producción y el consumo habita un espacio de realización, de fabricación, una poiética oculta y diseminada en las maneras de hacer. El consumidor, en su recepción y apropiación del entorno metaforiza el orden dominante y desvía las direcciones propuestas. A una producción racionalizada, expansionista y centralizada, ruidosa y espectacular, corresponde otra producción astuta, silenciosa y casi invisible, que opera no con productos propios sino con maneras de emplear los productos. Estas maneras de emplear contienen toda una creatividad cotidiana que apasiona a De Certeau, convencido de las maravillas que oculta el quehacer ordinario. En este sentido ¿Qué pasa con el uso de plataformas, redes, medios y consumos de contenidos en tiempos de Pandemia?

La Pandemia por el Covid-19 será recordada como una pausa mundial y el fin de una época. Todo esto aceleró los consumos culturales y promueve la creatividad popular, visibilizada por las redes sociales y plataformas. En vez de enfocarnos en la dramática realidad de transitar los embates del enemigo invisible, revaloricemos la diversidad de los contenidos realizados por productoras y productores argentinos, disponibles en múltiples formatos y plataformas. La otra faceta de la transformación cultural, es una mayor producción de contenidos originales, locales, una puesta en marcha en la creatividad de los y las productoras, para producir en las condiciones más desfavorables, propulsados por la digitalización, pero también la de los prosumidores.

Así, bienes culturales de diferentes industrias como: la música, libros, series, películas, teatro, videojuegos, recitales, fiestas online, shows, capacitaciones, intercambios con artistas, especialistas y docentes de cualquier disciplina, pusieron en valor la punta del iceberg. Todas esas actividades que convivieron por años pero no se visualizaban lo suficiente,, adoptaron una importancia sustancial y central. En el caso de las Radios Online Nativas, por ejemplo, se transformaron en radios educativas por la mañana para todos los niveles de escolarización, inicial, primario y secundario. Esto demuestra que la plataformización de la vidas,  el uso de las TICS y la sensibilidad social se conjugan cuando las adversidades azotan. Esto significó un alcance mucho más allá de mantener online el programa de Radio Nacional junto al Ministerio de Educación “Seguimos educando”. Durante el ASPO re-encontrar esa “rutina” pre-pandemia para ordenar la vida diaria estudiantil, combinada con la posibilidad de acceder a ellas por demanda, modifica las formas de “estudiar” como práctica social. La alfabetización digital, la educación y el acceso a la Red y la comprensión de tanta información son algunas de las claves para pensar todas estas transformaciones culturales.

Para quienes crecimos estudiando con los cuadernos Gloria, la bic, el borratintas Pelikan, calculadora científica, diccionario Larousse o ir a la biblioteca para hacer la tarea, parece increíble que hoy la práctica de estudiar también sea debatir o leer online, navegar y descubrir contenidos en plataformas OTT, como Youtube, Netflix, Spotify, Apple Podcast, Google Podcast, Spreaker, las nacionales como Contar y recientemente la de Radio Nacional, www.radioytelevisión.ar pusieron en valor el archivo histórico – cultural del centenario, la multiplicación de contenidos y/o estrenos de producciones mantienen el ecosistema activo. Este aumento en la  producción de contenidos (vía streaming o por demanda) responde a los consumos multiplataformas y sus diversas apropiaciones creativas por parte de las audiencias para interactuar. Los memes, clips, audios, ficción sonora grabada por Whatsapp, micropodcast, pastillas sonoras, audiotweets, entre otras formas de producir en pandemia. Esto revela el rol activo de los prosumidores para dinamizar, intervenir y /o re-crear esos contenidos. Y redes como TikTok merecen un artículo dedicado: máxima expresión de la creatividad y rol hiper-activo de sus prosumidores para mantener o hacer crecer su reputación online entre las comunidades.

Pero desde el punto de vista del consumo: las audiencias se comportan como omnívoros digitales, voraces, multipantallas, multishare y en modo wifi 24hs, mucho más exigentes. En un contexto de sobreinformación, las redes sociales en Pandemia se colmaron de actividades: shows de stand up, temporadas de podcasts, radioteatros, ficciones sonoras, streamings o vivos de IG con artistas, fiestas bolicheras en línea, karaokes desde el balcón, shows humorísticos, clases, videollamadas, foros y grupos de fandom, etc. con más interacción y calidad conversacional. Esto configura un escenario diferente para el ámbito cultural y la creatividad de los productores/as de contenidos.

Esta situación manifiesta la importancia sustancial de los contenidos culturales y educativos, en nuevos formatos tales como: audiolibros, podcasts, video-performances, video-libro, video-teatro, eventos de arte electrónico y cultura digital para recrear, informar y educar a esas audiencias, en su tiempo de fruición entre el ocio y el trabajo. 

La Convergencia Digital abre muchos interrogantes, la distribución de la conectividad fija y móvil en todo el territorio argentino, la simetría en su acceso, la democratización de las comunicaciones apoyando a los y las pequeñas productoras y la reducción de las brechas digitales. Esto plantea un rol activo del Estado para fomentar Políticas Públicas que permitan promover y acelerar el crecimiento de las Industrias de Contenidos. Generar oportunidades a las nuevas generaciones de jóvenes vinculados a los Nuevos Medios para que puedan desarrollarse en nuestro país y no se conviertan en golondrinas que emigran al exterior.

Una apertura estratégica a la diversidad de esas productoras formadas por emprendedores y emprendedoras. Hay muchísimos jóvenes talentosos destacados en el mercado exterior, otros que generan espacios asociativos, trabajo en red potenciando el capital creativo y humano, otros emprenden proyectos colectivos de artistas, todos ellos en sus múltiples variantes aportan valor al PBI Cultural. 

La buena noticia es que la juventud no está perdida, y no todo tiempo pasado fue mejor. Hoy se emprende con calidad, creatividad y pensando en la sostenibilidad de cada proyecto. Estos sectores no esperan ni tienen expectativas sobre el Estado: emprenden, actúan, sueñan y piensan en realidades; constituyen el sector productivo de las micropymes, pymes, profesionales independientes, comunicadores, programadores, desarrolladores, ingenieros y técnicos, etc. que aportan a la Economía del Conocimiento en busca de nuevas oportunidades y soluciones innovadoras para trabajar en el país. La pandemia desnuda no sólo la creatividad y la potencialidad de la cultura, sino también la falta de fondo sobre las formas.

Las expectativas son desafiantes, las Industrias Creativas con la gestión del talento humano pueden ser bastión del orgullo nacional y un trampolín para expandir contenidos culturales y educativos desde Argentina hacia el mundo. 

Ya es tiempo de promover, desarrollar nuestras propias plataformas, priorizar los contenidos diversos, plurales y locales, darle una voz digital a nuestra forma de ver el mundo. 

Es tiempo de creer en el talento humano argentin@ y en Pandemia quedó demostrado: ¡Creatividad y Cultura al poder!

Lic. Yésica Bernardou / Autora de Emprendedores 4.0 en la Industria Cultural y Creativa. Directora Asociada de Radio Trend Topic.

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